Art de vivir
Donde fueres, haz lo que vieres.
Antibes no es solo un destino cargado de tesoros, sino también una ciudad agradable según las reglas de la dolce vita.
Por la mañana, el sol se levanta y saluda al Fort Carré y al museo Picasso. No espere más, desayune y salga a caminar sin prisas por el casco antiguo. Descubra una galería de arte por aquí, el taller de un artesano por allá, una tienda de recuerdos…
Deambule por los pasillos del mercado Provenzal e imprégnese de los aromas de las especias y otros productos naturales mediterráneos. Seguro que no podrá contener el deseo de comprar unas aceitunas para picotear durante el aperitivo. También puede detenerse en el Absinthe Bar, museo de esta bebida misteriosa.
A la hora del almuerzo, déjese tentar por una de las recomendaciones del jefe de conserjería.
Por la tarde, podrá escoger según la temporada: playa privada; descanso en el ROYAL SPA; descubrir el interior visitando St. Paul de Vence, Mougins o Grasse —la capital del perfume.
El día podrá acaba como usted prefiera, pero debe saber que Antibes dispone de todos los recursos para responder a sus expectativas.
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